Llegada a Christchurch y recogida de la campervan
Llegamos a por la Campervan y después de quedar fatal con la chica de allí, porque la muchacha con mucho interés nos estuvo explicando cosas como durante una hora, pero os podéis imaginar la cara de empanadilla que llevábamos todos, vamos, un espectáculo.
Salimos como pudimos se nos caló como tres veces en 10 m. una de ellas en medio de la carretera, ja ja ja para recordar eternamente. Fuimos al Supermercado más cercano, fuimos al primer camping de caravanas que encontramos, no sin antes equivocarnos de camino. Nos hicimos una cenica rápida y a las 17h estábamos durmiendo, hasta las ¡¡¡¡6 a.m doce horas!!! y aún nos siguen dando vueltas las cosas.
Día 15 de Octubre nos vamos al Lago Te Kapo, casi 2 horas. Menudo sitio más precioso. Hay una Iglesia super preciosa situada en lo alto de una pequeña colina, el altar tiene una ventana grandísima para que los novios se casen viendo los alpes reflejados en el lago y según nos informan tiene una lista de espera para casarse inmensa, pues es un sitio paradisíaco, de verdad una maravilla de la naturaleza.
Hacemos la comida en la campervan (Caldo de cocido, je,je compramos ternera, alas de pollo, patatas, carlotas, apio y listo, pero a Noah no le convencí de que el Cous Cous es igual que la pasta Maravilla de España) Julio y yo si que nos pusimos las botas, los nenes terminaron con las existencias de leche, yogures, pan y manzanas.
Fuimos a otro supermercado y encontramos Nutella, tomate entero pelado (difícil de encontrar), pasta, ketchup, hamburguesas “caseras” y un sin fin de comida que estábamos deseando encontrar.
Desde el lago Te Kapo fuimos al lago Pukaki, al Monte Cook y pasamos por Omarama , terminamos en Oamaru, en un camping de caravanas de la misma cadena TOP 10, están muy bien. Tienen de todo para que los nenes se desfoguen en sus tan currados parques infantiles.
Una buena “cenica” y a dormir, que estamos hechos polvo.
Día 16 Oamaru un desayuno y a la carretera, que bonito es todo con tantos animales, hay ovejas por todos los sitios, caballos, vacas y toros. Unos paisajes impresionantes y por las carreteras ni un alma. Julio ya se ha adaptado a la caravana y yo a ser copiloto que tampoco es nada fácil, parece que te vas a salir de la carretera en cuanto se acerca un poco al borde.
De camino a Dunedin hacemos un alto en Moeraki Boulders, un playa muy especial en la que recalan unas formaciones rocosas muy especiales; son unas grandes rocas redondas formadas por el mar en las que aprovechamos para comer y estirar un poco las patas.
Me decido a conducir la caravana porque no hay nadie por la carretera y hay una buena recta, a si es que nada continúo con la marcha y vienen todos los coches de Nueva Zelanda, se estrecha la carretera en un puente y viene un trailer de frente. Yo creía que me moría. A los 600 metros paro en un sitio y se acabó por el momento (lo sé soy una miedosa pero necesito más tiempo).
Llegamos a Dunedin, la ciudad con las calles más empinadas de por aquí, una de ellas la más empinada del mundo, si la subes y la bajas te dan un diploma, nosotros con la excusa de que vamos con los nenes no la subimos. Pero eso sí después de una calle medio normal, nos tomamos una Heineken bien fresquita en un pub con unas patatas fritas a “palicos” y un pan tostado con aceite que aquí lo toman como una tapa, eso sí un poco sosa pero nos supo a Gloria.
Luego un ratito de parque para los nenes en el camping, una cenita y a dormir.
El camping de Christchurch.
La iglesia que había en el Lake Tekapo.
Estación central de Dunedin.
Los chicos dormidos en la campervan.
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